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LA POESÍA NO ES GEOMÉTRICA
Gabriel Orge
Supongamos que A no es igual a G, las diferencias son igual de grandes que las coincidencias. Sucede un fenómeno extraño: a medida que se aproximan A y G las distancias se prolongan, lo mismo sucede cuando se alejan, es decir, se acercan… esto pareciera tener su origen en la geometría, pero no… todo lo contrario, no hay exactitud, ni certezas, ni resultados precisos. Estas aproximaciones y alejamientos que se producen entre A y G fluctúan al ritmo de la pasión que generan los opuestos, son explosivos los encuentros y desencuentros, van de la palabra obscena a la poesía romántica, del epíteto furioso a la metáfora delicada.
Siguiendo con las suposiciones, supongamos que O se encuentra equidistante de A y de G. O es testigo oblicuo de esta trama de cruces y hace las veces de escriba, recopila el diálogo transversal de A y G. Entre sus hallazgos verbales O anota en su libreta de escriba el siguiente texto que nada tiene que ver con las matemáticas:
“ante la frustración de un desencuentro A le recita a G:
destruida la ilusión, resiste la esperanza atrincherada en una casamata camuflada de optimismo, ahí en ese hueco inmundo fantaseo con un futuro cierto, armónico, me deshago de malos recuerdos, los escupo por la ventanita de mi cueva, es un juego doloroso y divertido, apuntar con mi esputo, tratar de batir al enemigo con mi joystick de lengua y saliva, morite bastardo! le grito, salí de mí para siempre!, hacete nada, pero antes! devolveme el amor, que es mío y no tuyo, ladrón!!!”.
Una sucesión de números -por más aleatoria que fuese su combinación- siempre indica una cifra, ¿sucede lo mismo con las palabras?. En algunas ocasiones las palabras se concatenan de tal manera que inducen a la poesía, reflexiona O y anota el resultado que produce la feliz intersección entre A y G:
“Tengo un mundito chiquitito, lo cuido, lo protejo, trabajo todos los días para que sea mejor, es mi mundito, yo lo quiero… algunos dicen ¡qué chiquito! Otros lo critican porque crece despacito, a muchos les encantaría ser un habitante de mi mundito!
pero
yo
no
dejo
que cualquiera entre
Y no soy racista, tampoco elitista, pero me reservo el derecho de admisión y cada vez soy más estricto con esto, nada de avivadas! de intereses mezquinos! de palabras complacientes!
…lo que pasa es que en el centro de mi universito habita mi corazón, ahí en ese sector dispuse algunas alegrías, instalé recuerdos hermosos, lo rodeé de compromisos y resistencias! Aboné su jardín con sentimientos puros! pero…
en
un
lugar secreto
dejé abierta una posibilidad, para que entre si quiere!
Que entre! está mi corazón ahí, haciendo su casa en una mujer”.


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