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...O LA INCONMENSURABLE BELLEZA DE SER DISTINTO ¡A PESAR DE TODO!

Fernando Belzagui
Gráfica Valeria Uehara


“Se puede ser tan buen poeta, que ni siquiera se necesite escribir versos para serlo” Ramón González de la Serna.

Conocido, loado, respetado, perseguido y encausado también por jueces que estimaron condenables algunos de sus poemas, en Las Flores del Mal1, libro que trasciende fronteras y hayan leídolo o no, está en boca de todos por su supuesto costado perverso o por lo que pueda haber de pecado en él, Charles Baudelaire, aspirando a lo infinitamente bello y a lo infinitamente bueno, pintó Caravana de Gitanos:


La profética tribu de pupilas ardientes

ayer se puso en marcha, los hijos a la espalda;

otros marchan llorosos, cogidos a la falda;

otros muerden hambrientos los pezones pendientes.

Los hombres van a pie, armas en bandolera,

junto a los carromatos por sendas y rastrojos,

paseando sobre el cielo los apenados ojos

por la oscura nostalgia de lejana quimera.

Asomado al reducto de su agujero, el grillo,

Mirándolos pasar, redobla su estribillo;

Cibeles2, que los ama, prodiga sus verduras,

Y hace manar la roca, florecer el desierto

para los caminantes que tienen siempre abierto

el familiar imperio de las sombras futuras.

“Hay muchas historias alrededor del pueblo gitano. Muchas tienen algo de cierto, otras nada de verdad”, dice Venecer Gómez, joven gitano abogado colombiano. Un pueblo, una cultura, que reivindica su identidad en medio de las dificultades que plantea la no asimilación en el mundo de hoy.

Vistos con recelo y temor (¡quién no se ha cruzado de vereda!), los Rom3, en el imaginario popular, han terminado asociados casi inexorablemente con lo misterioso, lo esotérico, con lo oculto en mitos como aquel de la maldición gitana, con la delincuencia..., hasta les pedían al detenerlos, en la España de la Guardia Civil, que demostrasen con facturas que la ropa que llevaban era suya.

La portación de rostro, la mirada de reojo en un pasar apresuradamente acelerado. Los prejuicios perpetrados. Los estereotipos. ¡Con lo bonito que es contemplar la diversidad!.

¡Qué aburrido sería si fuéramos todos iguales!.

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